Nuestro cuerpo refleja los problemas o
enfermedades heredadas del árbol. Hemos de tener en cuenta que en cada zona
corporal conviven tres informaciones:
1.-La memoria de nuestro árbol
genealógico.
2.-La memoria biográfica personal.
3.-Los mensajes que el sabio interior nos
envía a través del cuerpo
1.- La memoria de nuestro árbol
genealógico La familia está viva en la piel, en el cuerpo, está hablando. Hasta
tal punto que podemos reconocer a nuestro árbol por la huella que este ha
dejado en nosotros…
2.-La memoria biográfica personal Desde
la manera en la que somos concebidos, hasta el efecto que nos ha causado la
regaña del jefe, pasando por el tipo de parto, como nos han acariciado de
niños, todo queda escrito en el cuerpo. Por ejemplo, consideramos que el peso
de la culpa se asienta en la parte alta de la espalda y los traumas infantiles
en los pies. La piel es un gran lienzo en la que queda escrita la historia de
nuestras relaciones con el mundo.
3.- Los mensajes que el sabio interior
nos envía a través del cuerpo Nuestro cuerpo es el mapa físico de nuestra
conciencia, un fiel reflejo de cómo funcionamos en las distintas áreas de la
vida. Cualquier síntoma físico es una oportunidad para hacernos conscientes de
que hay un área en nuestra vida que necesita atención El cuerpo en su totalidad
se inclina al andar: hacia atrás o hacia delante Estaremos huyendo del pasado
si caminamos inclinándonos ligeramente hacia delante. Si nos inclinamos hacia
atrás al andar tenemos miedo a entrar en la vida.
La cabeza también puede simbolizar al
padre y a todos los ancestros varones. Caminar con la cabeza por delante es
igual a no reconocer nuestros deseos, andamos refugiados en el intelecto. Los
tumores cerebrales tienen que ver con los secretos escondidos del árbol. Las
migrañas con las retenciones sexuales.
Los ojos como conjunto son de carácter
masculino. El ojo derecho es el intelectual, el racional. El izquierdo es el
del corazón, el ojo profundo, el de la receptividad.
La boca y las orejas simbolizan el linaje
materno (son receptivas). La sordera en el oído izquierdo puede ser algo que no
quiero escuchar del linaje femenino.
Los dientes picados son el resultado de
la rabia no expresada La garganta es el canal de expresión y de creatividad.
Tras una amigdalitis se esconde el miedo, las emociones reprimidas y la
creatividad sofocada.
El pecho: aquí está la relación
corazón-emociones. Si no nos han amado desarrollaremos un pecho endurecido e
insensible.
Las manos son el símbolo de la elección.
La mano derecha es el símbolo de la elección racional, sin fe. La izquierda es
la intuitiva. Las uñas son nuestras defensas simbólicas… ¿Heredamos uñas de
mucho grosor?
La espalda: los problemas simbolizan que
cargas a los padres. Si no nos acariciaron de pequeños podemos sufrir una
desviación de columna. En la espalda se van archivando los conflictos no
resueltos de nuestro pasado: -En la parte lumbar está la conexión con nuestra
sexualidad y creatividad (los padres) -En la parte dorsal es la conexión con
nuestra parte emocional (los abuelos en el árbol) -En la parte cervical nos
conectamos con nuestro intelecto (los bisabuelos) El vientre: la madre y todo
lo que “digerimos de la vida”. Los problemas de estómago están asociados al
miedo, a la angustia y la ansiedad. La pelvis se conecta con la sexualidad y
con nuestros padres. El miedo a la sexualidad puede traducirse en una pelvis
movida hacia atrás.
Las rodillas nos muestran nuestra
flexibilidad, nuestra adolescencia. Si vivimos encerrados en nuestro castillo,
inflexibles, sufriremos con las rodillas.
Los pies simbolizan el territorio,
conectados con nuestra hermandad. Cuando no estamos viviendo nuestra vida,
caminamos como un ladrón sin hacer ruido. Si somos hijos de padres divorciados,
o separados…las puntas de los pies se separan. Vivimos una época de regresión a
la infancia…las puntas de los pies miran hacia dentro. Cuando los pies se
inclinan hacia fuera nos señalan que no tenemos un lugar en el mundo. Somos un
espíritu que utiliza un cuerpo de vehículo para pasearnos por esta vida, pero
él no es una carrocería inerte, cada célula contiene lo que fueron nuestros
ancestros y lo que somos nosotros. Y no olvidemos lo que dice el proverbio
chino: “Nada sienta mejor al cuerpo que el crecimiento del espíritu”.
Jodorowski